A través de mis ojos.

Cuando pequeña, yo era una niña derrochante de alegría, inhalaba el estrés de las personas y lo convertía en felicidad. Con una simple mirada les cambiaba el humor. Identificaba los olores de mi familia, cada miembro tenía uno diferente. Soñaba con bailar Ballet por todo el mundo, ser bióloga marina y subirme a un árbol para evitar que lo talaran. En mi cuarto había una gran ventana en la pared de atrás de mi cama, por ella veía salir el sol todas las mañanas y jugaba competencias con él para ver quien despertaba antes. Supe que tenía ojos verdes hasta los 5 años, nunca me interesó pero me gustan. Era una típica nena que anhelaba una historia como la de la Cenicienta, y bailaba bajo la lluvia con un largo vestido. Fui, soy y seguiré siendo fanática de los sapos, besé muchos a los tres años, a todos les daba asco y era muy gracioso. Crecí rodeada de humo de cigarro y siempre lo odié. Miedosa, llorona, sentimental pero muy manipuladora son los adjetivos que más me describen. La vida decidió traerme un 12 de Diciembre de 1995. Nunca pude ser alguien tranquila, necesito algo que destruir, en el buen sentido de la palabra. Mente inquieta, mi primer amor fue un cuento de Disney, mi segundo amor es de madera y posee seis cuerdas de metal y mi tercer amor lo estoy viviendo en persona con alguien más. Distraída por naturaleza, impulsiva, y vergonzosa dependiendo de la compañía con la que me encuentre. Tengo mi propio significado de valemadrismo y está perfecto para mi. Nunca me he considerado tonta, solo pienso en todo, menos en lo que debo de pensar. Nunca me guardo mis opiniones aunque no siempre es bueno externar todo lo que te cosquillea en el interior. Tengo la bendición de tener amigos maravillosos y una preciosa familia. Sigo viviendo y sigo aprendiendo. Y sigo escribiendo.